sábado, 24 de agosto de 2019

Ahuizotl - De Liber Monstruorum

También llamado el perro de agua. Tiene manos y pies de mono, orejas puntiagudas, pelaje gris oscuro y de la punta de su cola nace una tercera mano cubierta de escamas. Su voz es como el llanto de un bebé y, puesto que vive en las lagunas o en los cursos de agua, confunde a las personas con ella, haciéndoles creer que un niño se está ahogando. Cuando alguien acude a prestar ayuda el Ahuizotl estira la mano en la punta de la cola y lo sumerge hasta la muerte. Tiene la facultad de formar grandes oleajes y remolinos de diferentes magnitudes (algunas lluvias de peces y ranas se han atribuído al Ahuizotl, que eleva el agua hasta el cielo). También se dice que su pelo puede encresparse y endurecerse hasta tomar la forma de enormes espinas, y que con ellas inyecta un veneno para el que no hay cura, usado frecuentemente en conjuros o cuerpos de castigo*.(Poner como nota al pie) Las víctimas del perro de agua siempre reaparecen al tercer día cubiertos de moretones; les han sido arrancados los dientes, las uñas y los ojos, mismos que la bestia toma por alimento. Está al servicio del dios de la lluvia (Tláloc), por lo que sus víctimas se consideran sagradas y merecedoras del paraíso. Así, cuando el Ahuizotl mata a alguien sólo los sacerdotes o “guardianes de Dios” pueden acercarse al cadáver y realizar las exequias. Aunque no hay conjuro o amuleto que nos libre por completo del Ahuizotl, las alhajas con esmeralda o piedra de alumbre son recomendables; por otro lado, si lo que se desea es atravesar un lago o remontar un río, la embarcación debe llevar proa, popa y remos pintados de azul y un incensario con copal encendido durante todo el viaje, evitando los remolinos y zonas donde el agua se vuelva turbia. Volvemos a recordar que esto es sólo una precaución, si la persona que se acerca al agua está marcada por los dioses como ofrenda al Ahuizotl es seguro que morirá, a pesar de todas las artes mágicas que pudiera utilizar.

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