martes, 23 de noviembre de 2021

Escudo Nacional. Cap 01. ¿Dónde están?

Aquel pudo haber sido un buen día. Junio, un día soleado, clima templado, pequeños trinos desde los árboles ennegrecidos por años de humo de vehículos. Algo de pólvora en el ambiente. Pero adentro, tras los amplios ventanales que convertían la luz del día en un reflejo anaranjado, junto a quizá una docena de enfermeras y médicos, custodiado por dos soldados altos e impecables, Jaguar despertó. Primero pacíficamente, restirando levemente sus brazos sin apenas moverlos. Después un destello en la memoria, el rostro inexpresivo, inquietante y metálico de Bot, avanzando hacia él como lo haría un insecto o un animal rabioso, lo hizo sacudirse en la cama, agitando dos grandes bolsas de suero suspendidas al lado de Jaguar. La cara le picaba un poco, quizás por la barba o por el pelo ridículamente largo. Canas. La última vez que Jaguar había visto su cabello sólo tenía un mechón de canas en la frente. Ahora parecía que todo su cabello se había vuelto de un gris amarillento. El destello también trajo dolor físico. Costillas, frente, pierna izquierda. Jaguar no tuvo tiempo de sobreponerse cuando los custodios abrían fila. Iluminado por el sol cobrizo de la tarde, entraba con cierta timidez un joven de unos veintiocho años, con pulcra bata blanca y anteojos. Jaguar vio impasible la llegada del extraño, apenas siguiéndolo con una mirada desdeñosa y fría. Después de un innecesariamente largo ademán, el joven se sentó al lado de Jaguar y sacó una tablet de la pequeña mochila cruzada que llevaba al hombro. Fingió revisar algo en ella, más por temor que por genuino desinterés, y jaló mucho aire antes de empezar a hablar. - Buen día, señor Genaro, soy el psicólogo, me pidieron que hablara con usted. Jaguar permaneció en silencio, duro, distante. Le dedicó una mueca de desagrado al Psicólogo justo antes de que él siguiera hablando. - Creo que debe tener muchas dudas, mi trabajo es ayudarlo a entender qué está pasando y cómo fue que llegamos hasta aquí. -¿Dónde chingados estoy? -E-estamos en la Primera Zona Militar, en un hospital de la SEDENA. -¿Qué hago… cómo llegué aquí? -Emmm… usted fue ingresado en este hospital para atender las heridas que le provocaron en un… incidente. Un par de monitores conectados a Jaguar marcaban niveles estables. El Psicólogo hizo una pausa meditada antes de soltar la siguiente noticia. -Ha estado casi diez años en coma. El pulso se agitó levemente, ojos bien abiertos y alguna clase de certeza alojada en el fondo de los recuerdos de Jaguar. -¡¿Qué mierda pasó?! El Psicólogo suspiró. -Le traje un periódico de hoy, ¿puede leer la fecha? Jaguar tomó a regañadientes el papel. Leyó rápidamente algunos titulares: El presidente inaugura la hidroeléctrica más grande de Latinoamérica; Ciberdelincuencia aumenta 37% en el último trimestre; Pesadilla en hospitales públicos. Veintitrés de junio de dos mil diecisiete. De pinches dos mil diecisiete. El Psicólogo no esperó respuesta y siguió hablando. -Su cuerpo ahora está estable y funcional, necesitará un poco de rehabilitación para recuperar la movilidad y tiempo para… pues, adaptarse, pero lo importante es que ya despertó. El Psicólogo, que no había esperado respuesta, obtuvo la única contestación posible de un Jaguar cada vez más alterado. -¡¿Qué mierda es esto?! -Sé que esto puede ser difícil de… -A ver, cabrón, si lo que dices es verdad, ¿cómo le atinaste al momento exacto en que desperté? -Usted despertó del coma hace seis horas, se desorientó y tuvieron que sedarlo. Entonces me llamaron. La imagen cruzó breve pero intensamente por la cabeza de Jaguar, él estuvo en el piso, babeando y llorando mientras alguien inyectaba algo en su cuello. El Psicólogo carraspeó. -Como le decía, sé que esto puede ser difícil, señor Genaro, pero necesitamos que se concentre. Piense unos segundos y dígame por favor qué es lo último que recuerda. A partir de ahí comenzaremos a trabajar. Una verdad comienza a afianzarse en Jaguar. Algo innombrable. - Recuerdo algo como una pelea… estaba Bot, siento que también estaba China… Los ojos de Jaguar buscaban los restos del recuerdo en el pasillo, en el techo, en los pliegues de las sábanas ásperas. - Y también Meteora… tengo la sensación de que estábamos peleando entre nosotros. El destello regresó y permitió a Jaguar ver a Bot en guardia, su cuerpo metálico repelía el rayo de energía que salía de las manos de Meteora. A su lado, China le decía algo que no alcanzaba a escuchar. El psicólogo seguía ofreciendo intensas pausas. - Es correcto, hace diez años Meteora atacó a Bot, se emitieron las alertas y China y usted fueron los primeros en responder. - Los primeros… éramos un grupo… - Eso es correcto también. -¿Dónde están? - Esa es la pregunta que tenemos que desarrollar, señor Genaro. Jaguar pensó detenidamente, algunos detalles escapaban de la oscuridad aquí y allá, pero nada que conectara el torbellino en su cabeza. Nada excepto… - Supongo que todo esto tiene que ver con ese pinche robot… - Sí, todo parece haber empezado con Bot. - Pero no entiendo, ¿por qué Meteora lo atacaría? - Creo, señor, que su confusión se debe a la información que tiene, que es diferente de la que hemos podido descubrir desde ese día. Hubo un sutil recuerdo de un pequeño pueblo escondido en un valle solitario, cruzado sólo por una carretera recta que se perdía en las montañas a lo lejos. Visto a la distancia, Pueblo Felicidad era un nombre muy estúpido para un lugar, pero en este caso quedaba a la perfección. -Todos supusimos que ustedes eran héroes, que Bot, Galaxia y Quásar venían de otra dimensión y que la fuente de sus poderes era amigable… Mucho después de desmantelar a Bot, descubrimos que Pueblo Felicidad era en realidad un asentamiento irregular cerca de Salamanca, en Guanajuato. Bot, de alguna manera, convenció a los dos mil y pico habitantes de que vivían en otra dimensión y que ellos tres eran sus héroes. Pero obviamente fue mentira… - Siempre me dio desconfianza ese robot… decían que podía explotar como un reactor en cualquier momento. - Era más peligroso que eso. Nadie se esperaba la enfermedad de Quásar. Un día su hígado desarrolló tripas, dientes, todo un sistema digestivo y fue devorando los otros órganos. En las radiografías nunca se notó la causa, por eso Meteora vio la verdad sólo hasta que su hermano murió en sus brazos. Quásar pasó muchos días en una terrible agonía. - Pero qué mierda… pero lo detuvimos, ¿no? Se desmanteló, dijiste. - Así fue, pero a partir de ese hecho se desintegró Escudo Nacional, señor Genaro, todos están recluidos, desaparecidos o muertos. Tal vez desde unos minutos antes hubo algo parecido a un recuerdo amargo llegando de súbito a Jaguar, pero no pudo decirlo sino hasta que fue inevitable. - ¿Quién murió ese día? - Meteora… y China. - ¿C-Cómo fue? - Inteligencia dijo que Bot era la fuente de los poderes de Meteora y Quásar, él se los daba y él se los quitó, fue como apagar un interruptor… lo hirió gravemente a usted y también atacó a China. - ¿Llegaron esos cabrones de los luchadores? - Sí, llegaron junto con Agni. - Ojalá se hayan llevado una buena chinguita… - Agni absorbió la mente de Bot, mientras Angelical y Baal peleaban físicamente con él. Después de eso, Agni estuvo ausente durante varios meses. En algunas ocasiones se presentaba a los enfrentamientos pero no hacía absolutamente nada, sólo se quedaba en un rincón cruzado de brazos, observando. El 21 de diciembre de 2010 lo vieron subir a la Pirámide del Sol, en Teotihuacán, sigue desaparecido… No quisiera confundirlo más con los detalles, si le parece podemos conti… - ¿Qué carajo pasó con los luchadores en estos años? - Los dos consumían drogas, incluso en la época en que ustedes trabajaron juntos. Angelical se consideraba un ser que había trascendido los límites de lo humano, usted lo debe saber mejor que yo. La última vez que lo vieron fue en la Sierra Sur de Oaxaca, la policía municipal quiso ayudarlo porque el pueblo reportó a un enmascarado robando leche de las tiendas. Baal, por otro lado, era un gurú pero del fisicoculturismo. Llegó a consumir cantidades desmedidas de esteroides y los combinaba con piedra y cristal. Se convirtió en un armatoste de músculos, demasiado violento e impredecible. Lo detuvieron después de la masacre de la 15 de septiembre. La agilidad con la que el Psicólogo manipulaba su tablet, le resultó molesta a Jaguar. Unos dedos delgados que rozaban apenas una placa cristalina, dejando un leve rastro graso. - La 15 de septiembre es la secundaria a la que Baal fue a dar una plática sobre prevención del acoso escolar. La primera opción fue invitar a Angelical, pero ya no estaba disponible. No sabemos a ciencia cierta qué pasó, los sobrevivientes no han podido hablar del evento, pero descubrimos que Baal enfureció y terminó matando a 13 niños y dos maestras. En la pantalla apareció un video de seguridad. La toma era desde una esquina afuera de un salón de clases. Las ventanas se rompieron de súbito, sillas y pedazos de personas salpicaron el suelo. Algunos niños, niñas, corrían despavoridos. En cierto momento, Baal apareció en la imagen, agarró por las piernas a un niño que había tropezado, golpeando después su cara contra el piso, hasta convertirlo en una masa sanguinolenta. Jaguar lucía contrariado, era demasiada información en muy poco tiempo. Aunque en algún otro momento de su vida podría trabajar y adaptarse bajo presión, esta vez todo le pareció agobiante. Lo peor eran esas ganas de recuperar el recuerdo de todo, o de un solo evento, aquel en el que perdió a China. - Hijos de su puta madre… todos son unos hijos de su puta madre… En serio, ¿qué mierda pasó? - A grandes rasgos ese es el estado actual de las cosas, señor Genaro. - ¿Y qué se supone que haga ahora? - Me pidieron que hablara con usted porque necesitan de su servicio. El Psicólogo hizo un gesto a los guardias, quienes de inmediato abrieron el paso a un hombre mayor enfundado en un vistoso traje, luciendo una amplia sonrisa maliciosa. Jaguar lo reconoció entre la bruma de su memoria. Santillán, un viejo narco, mañoso, traicionero y con una enorme labia. Aún ahora se lograba escabullir bajo la fachada de un funcionario. Debía ser funcionario, de ningún otro modo se habría puesto un traje. Zapatos lustrados, cinturón liso, la misma corona dorada en uno de sus dientes frontales. - Mi querido Jaguar, ¡cuántos años han pasado! - Puta madre, ¿de qué se trata todo esto? - Pues como ves, ahora trabajo en Presidencia, cabrón, y me toca darte la buena noticia… Tu pinche vida ahora va a tener más sentido, el Presidente en persona te pide que conduzcas una investigación. El psicólogo ya te habrá dicho lo que le pasó a los pendejos de tus amigos. Por otro lado, en las últimas semanas han aparecido perros de agua en el lago de Texcoco, han comido gente, han querido entrar a las casas… un desmadre. Lo raro es que han salido con cuatro, cinco ojos, dos garras, tres cabezas, mamadas así. Capturamos varias de esas madres y las analizamos. Esos hijos de su puta madre están hasta el huevo de radiación, y a que no adivinas qué tipo de radiación. - Bot… - Qué bueno que no te haya dejado tan pendejo esa vida de cagada que llevabas. - Pero qué carajo… ¿no lo desmantelaron? - Claro que sí, sus piezas están en un búnker a quinientos metros de donde estamos justo ahora. - Y entonces qué mierda quier… - Tú estuviste en contacto con todo eso, conoces cómo piensan los héroes y los monstruos como ellos… y también eres el único que sigue más o menos en sus cabales. El presidente quiere que le lleves un plan de investigación en dos semanas y que descubras qué madres está pasando. - Estás pendejo… - Puedes disponer de todos los recursos que nos permita esta austeridad, cabrón, así que hazlo bien. Apóyate del Psicólogo, si quieres, tiene un diplomado en comunicación de noticias y al parecer otro en valer verga… son tal para cual. - Ni madres, yo me voy a la chingada de aquí. - ¡A poco! Va a estar cabrón que te vayas hasta allá sin una pierna. Santillán no dio tiempo a réplica, tan pronto como dijo su última frase, salió de la habitación sin voltear a ver a Jaguar, que tardó unos segundos en reaccionar. Cuando Jaguar por fin pudo moverse, levantó la sábana que había estado cubriendo sus piernas y vio el muñón que ni siquiera llegaba a la rodilla. Sintió náuseas, ganas de llorar, ganas de lanzarse de algún lugar muy alto, ganas de morder y desgarrar, pero no podía hacer nada de eso. En su lugar, como una luz al final de un túnel creado hacia las profundidades de sus ojos opacos, Jaguar pudo ver un centro comercial en construcción. El tiempo retrocedió diez años y allí estaba Jaguar extendiendo las manos hacia un velador, que le ofrecía temblando las llaves de una retroexcavadora. A su lado, China preparaba algunas armas en su furgoneta. Mientras el velador corría para ponerse a salvo, China dijo algo que esta vez Jaguar sí pudo escuchar. - ¿Sabes que te amo? Jaguar sonrió. Mientras corría hacia la retroexcavadora, pudo sentir el aire temblando con fuerza por los golpes entre Meteora y Bot. Todo brillaba de vez en cuando. Meteora gritaba, jadeaba casi exhausta, mientras que Bot permanecía inmutable, en guardia. En cierto momento, mientras Meteora recuperaba el aliento, Bot apuntó el cañón de su brazo hacia ella, pero antes de que pudiera disparar lo golpeó de lleno el brazo de la retroexcavadora. El daño fue mínimo, pero la maniobra sirvió para que Meteora regresara al aire. Jaguar tuvo un instante para reaccionar y escapar de la maquinaria, que violentamente salió proyectada varios metros. Aún en el suelo, vio acercarse a Bot. No tenía casi nada en común con aquel héroe que había sido hasta aquella tarde. El cuerpo metálico era el mismo, quizás algunas armas añadidas en los brazos, pero esa forma de correr a cuatro patas, esos movimientos cortados y la total ausencia de la voz amable que le había sido programada, lo volvían una amenaza inhumana. Bot había dejado de ser parte del equipo y ahora iba a embestirlo a toda velocidad. Sólo el dolor, pierna izquierda, fractura múltiple, carne compactada entre los dedos del androide. Después un golpe en la sien que por poco lo desmaya. Justo antes de lo que parecía otro golpe fatal, Meteora logró acercarse para taclear a Bot, derribándolo. Sentada a horcajadas sobre el pecho brillante, Meteora comenzó a golpear llena de ira. Golpe tras golpe, disfrutando las pequeñas, ínfimas magulladuras que lograba hacer sobre la lámina. Nadie notó lo que mucho tiempo después se sabría: Bot dejó de emitir cierta clase de radiación, la que le daba los poderes a Meteora y Kuásar. Como si se hubiera apagado un interruptor, todas las habilidades sobrehumanas de Meteora cesaron de repente. Ello significó que un último golpe al cuerpo de Bot terminó rompiendo la mano de Meteora. Un grito terrible. A final de cuentas seguía siendo una niña. Una niña que ahora recordaba de la peor manera su vulnerabilidad. Bot se incorporó con calma. Una de sus manos tomó a Meteora del cuello, la otra sujetó la pierna derecha de una niña aterrada que suplicaba. El androide lanzó una mordida al abdomen de Meteora y, manteniéndola sujetada de esa forma, arrancó la cabeza y la pierna. Sangre sobre el metal. Los gritos cesaron. Del otro lado de la explanada, China tardó un poco en reaccionar al horror. En cuanto pudo, apuntó y disparó un lanza cohetes hacia Bot, quien no tuvo más que desviar la trayectoria del proyectil. La ojiva fue a dar a la estructura del centro comercial, que colapsó estrepitosamente. Bot centró su atención en China. Volvió a correr a cuatro patas, ni siquiera se molestó en esquivar las balas de un par de Uzi que China sostenía. En cuanto llegó hasta ella, erguido ahora cual alto era, tomó su cabeza y, como si fuera un solo movimiento, su mano la atravesó como un cuchillo desde la entrepierna hasta el cuello. Jaguar lo vio todo. Muchos años después, maldeciría a los otros héroes del equipo por no llegar a tiempo, por dejar que todo acabara así. Creería que el punto de quiebre, el sitio a partir del cual se dio cuenta de que aquello era real y terrorífico, fue cuando escuchó las únicas palabras de Bot emitió durante el incidente. Por primera vez Jaguar oyó la verdadera voz de Bot, que le hablaba sólo a él, que quería entrar en su cabeza mientras le señalaba el montón de carne y vísceras al que había reducido a China. - Ahora está limpia. Jaguar intentó incorporarse sin éxito. Bot lo levantó por la pierna rota, arrancándosela de una dentellada. Después lo azotó fuertemente contra el piso. Todo se volvió negro. Oscuridad, carne, sangre, silencio. A lo lejos, antes de un sueño demasiado profundo por antinatural, Jaguar pudo distinguir a Angelical y Baal. También a Agni flotando hacia Bot. Todo se apagó durante una década. Aquel, definitivamente pudo haber sido un buen día.